29 de marzo de 2008

En los orígenes de la gratuidad (Julián Carrón)



En los orígenes de la  gratuidad
Apuntes de la intervención de Julián Carrón en la Asamblea General de la Compañía de las Obras. Milán, 18 de noviembre de 2007
 
link de referencia: http://www.huellas-cl.com/2007S/12/enlosorigenes.html

Os agradezco la invitación a participar en vuestra asamblea anual. Me alegra estar con vosotros, porque un cristiano no puede dejar de mirar con simpatía vuestro trabajo. En el contexto histórico actual no os habéis ahorrado la fatiga de arriesgar vuestra libertad para crear una compañía entre los que quieren contribuir a generar riqueza y trabajo, y tratar de responder a las necesidades que encuentran mediante obras caritativas y culturales.

1. Contexto histórico
Vivimos en un contexto social cada vez más gris, que recuerda a la "gran homologación" profetizada por Pasolini. Los que resultan más afectados son los jóvenes, emblema de la dificultad que vivimos y provocación mayor a nuestra responsabilidad de adultos.
«En 1968, los jóvenes encarnaban la esperanza, el futuro, la liberación, la utopía. Los jóvenes de hoy encarnan la vanguardia del miedo, la angustia ante el futuro. Son víctimas, a mi modo de ver, de una especie de "síndrome de Peter Pan"», escribe el filósofo francés Luc Ferry, y continúa: «Son niños, adolescentes que se niegan a crecer [...]. El miedo y la angustia están ligados a una irresponsabilidad y a una suerte de victimismo [...]. Todo lo esperan del Estado y de la política [...]. Todo el mundo tiene miedo a vivir sin las muletas del Estado, para entrar en la vida adulta»1.
Umberto Galimberti se hace eco de estas reflexiones en un libro suyo: «Los jóvenes, aunque no siempre lo sepan, están mal. Y no por las acostumbradas crisis existenciales que constelan la juventud, sino porque un huésped inquietante, el nihilismo, circula entre ellos, penetra en sus sentimientos, confunde sus pensamientos, elimina perspectivas y horizontes, quebranta su alma y entristece sus pasiones, haciéndolas exangües»2.
Como decía hace algunos años el escritor Pietro Citati, los jóvenes «prefieren permanecer pasivos [...], viven a menudo en una misteriosa desidia»3.
Un ejemplo vale más que mil palabras. Me contaban que durante una comida en familia se hablaba de la situación del mercado laboral y de los problemas que tienen muchos para encontrar trabajo. Ante el comentario del padre de lo triste y humillante que era para un adulto depender de un subsidio de desempleo, el hijo, en primero de carrera, dijo desde el sofá en el que estaba tumbado: «yo recibiría gustoso el subsidio de desempleo».

2. La Compañía de las Obras:
un dato que se impone
Debemos considerar la CdO dentro de este contexto antropológico y cultural en el que vemos disminuir el protagonismo propio del hombre. Mirando desde esta perspectiva, lo primero que sorprende es justamente el hecho de que exista una realidad así: personas que no se rinden ante esta misteriosa desidia y que encuentran la energía y el valor para juntarse con el fin de sostenerse mutuamente. Personas que llevan a cabo iniciativas económicas y sociales tratando de responder a las necesidades propias y de aquellos con los que viven.
Son dos las características de la CdO, según un slogan que ha marcado vuestra historia: una tensión ideal y una amistad operativa.
En este aspecto habéis sido pioneros: hace ya más de veinte años reconocisteis una exigencia a la que todos ahora consideran necesario responder para una reconstrucción social.
«Está emergiendo con fuerza, tanto en Europa como en EEUU –escribía recientemente Aldo Schiavone–, un deseo nuevo e imprevisto de vínculo social, la exigencia de un universo humano, si puedo utilizar estas palabras, con redes más firmes y apretadas […]. La búsqueda, en definitiva […] de una nueva sostenibilidad social para el crecimiento de cada individualidad […] [en la cual] la técnica consiga entrar en relación con la vida […] produciendo directamente libertad […] sin pasar a través del mercado, pero evitando debilitar demasiado a éste último». «La Iglesia lo ha comprendido muy bien y con rapidez: se está movilizando con prontitud dentro de este horizonte, para ella familiar»4.
La existencia de la CdO demuestra que no estamos condenados a mirar impotentes cómo todo –deseos, esperanzas, esfuerzos por actuar y construir– se nos deshace entre las manos, y que se puede verdaderamente volver a empezar siempre, también en una situación de destrucción de lo humano como la actual. Existe algo que resiste incluso frente a las circunstancias más adversas.
Pero para comprender hasta el fondo el significado de vuestra iniciativa hace falta volver la mirada hacia su origen.

3. Mirar el origen
¿Cómo nació vuestra iniciativa empresarial y asociativa? Don Giussani identifica claramente su origen en la intervención en la Asamblea Nacional de la CdO de 1989: «La Compañía de las Obras […] no nace como un proyecto social o como una construcción imaginada previamente, sino como un cambio milagroso. Un cambio del que los primeros en sorprenderse, como espectadores, somos nosotros mismos»5.
De hecho para muchos de vosotros –sin duda para los que la empezaron– empresa y asociación (CdO) han sido el fruto del cambio que el acontecimiento cristiano ha obrado en vosotros. El cristianismo vivido como experiencia ha mostrado su fuerza generativa volviendo a despertar vuestro "yo". El atractivo humano que ejercía sobre vosotros era tan fuerte que impulsaba en vuestra persona una creatividad y una riqueza de iniciativas que constituyen un testimonio de Cristo y del valor histórico de la Iglesia, como reconocía de nuevo don Giussani en otra ocasión como ésta6. En otras palabras, el encuentro cristiano vuelve a despertar en nosotros el sentido religioso, es decir, ese haz de exigencias de verdad, belleza, justicia, bien y felicidad, que constituye la estructura original de cualquier hombre y que está en el origen de vuestras acciones.
Gracias a este renacimiento de vuestra persona y a las iniciativas para responder a las necesidades concretas de la vida, os habéis encontrado con muchas personas, incluso con personas que, sin ser cristianas, tenían la misma urgencia: al conoceros, han sentido que vuestra iniciativa estaba en consonancia con ellos. «Una cultura de la responsabilidad tiene que partir del sentido religioso. Este punto de partida lleva a los hombres a unirse»7, porque esta urgencia existencial es lo que «guía la expresión personal y social del hombre»8.
Mirar hacia este origen es fundamental, porque si no tomamos conciencia de él se perpetúa en nosotros una actitud infantil. Este origen "grita" que ninguno de nosotros se hace a sí mismo, que todos tenemos necesidad de ser generados continuamente para poder decir "yo", para tener el valor de poner en pie una obra o de continuar haciéndola venciendo todos los obstáculos que se interponen en el camino. Al igual que no nos damos la vida biológica, del mismo modo no nos damos tampoco esa vida de la que brotan la capacidad, la energía y el deseo de construir. Basta mirar alrededor para apreciar cuántas personas, ya cansadas, abandonan cualquier intento de responder a la situación actual o ni siquiera experimentan el gusto de comenzar algo.
Por este motivo resulta decisivo mirar al origen, porque allí, junto al hecho que lo constituye, se nos comunica el método para continuar sin agotarnos.

4. El método: la fidelidad al origen
El mayor peligro de quienes se comprometen con una obra es cambiar el método separándose del origen. Para evitar esto es necesario ser verdaderamente conscientes de nuestra dependencia original, pues si no, terminamos dando todo por descontado. No lo negamos, sino que permanece simplemente como un trasfondo que damos por supuesto, y, antes o después, acabamos considerándonos los únicos artífices de nuestra fortuna.
Sucumbimos de esta forma a la misma ilusión de la Ilustración, que con la reducción del cristianismo a ética ha pretendido obtener los mismos frutos que éste había producido, generando sujetos y obras prescindiendo de Cristo, que constituía su verdadera fuente. Esto tiene consecuencias devastadoras tanto para el sujeto como para el cristianismo. Por lo que respecta al sujeto, lo vemos en el desinterés total que lleva a esa desidia de la que no puede surgir nada, por la falta de un lugar en el que suceda el renacimiento del yo. En cuanto al cristianismo, pierde su auténtica naturaleza de acontecimiento histórico, capaz de suscitar el yo, para reducirse a una premisa ética o a un discurso cultural abstracto que no tiene que ver con los intereses de la vida.
Que esto nos afecta también a nosotros lo vemos por lo que decía exactamente hace treinta años don Giussani a un grupo de profesores, y que sigue conservando toda su actualidad: «Para muchos de nosotros, que Jesucristo sea la salvación, y que la liberación de la vida y del hombre, aquí y en el más allá, esté unida continuamente al encuentro con Él, se ha convertido en un reclamo "espiritual". Lo concreto es otra cosa: […] la organización, la unidad del trabajo y, por tanto, las reuniones, pero no para expresar una exigencia vital, sino como un peso que mortifica la vida, un peaje que pagamos a una pertenencia que inexplicablemente nos mantiene en "las filas" de una asociación»9.
Lo que debería ser un continuo encuentro con Él, por la necesidad que tenemos de ser constantemente generados, se convierte en un reclamo espiritual. Pero un reclamo espiritual abstracto no es capaz de suscitar el sujeto. Es más, como existe una premisa espiritual, esto puede hacernos, erróneamente, creer que esta premisa, junto a las buenas intenciones de actuar de un cierto modo, pueden sustituir al cristianismo como experiencia vivida. Pero una buena teoría sobre el amor, junto a la buena intención de enamorarse, nunca tiene como resultado el enamoramiento. La diferencia se ve en la acción, en cómo se mueve aquel que se ha enamorado. Si queréis saber qué tipo de experiencia tenéis, mirad cómo os movéis en la realidad, observaos en acción. Toda nuestra buena voluntad no nos libera de sucumbir, en muchas ocasiones, a la mentalidad común en el modo en que nos movemos realmente, juzgando y obrando como todos según un cálculo y un interés.
«Una exigencia evidente de la propuesta de la fe –escribe el cardenal Ruini– […] es la de mostrar cómo la fe misma no es un simple y, al final, ilusorio deseo del alma humana, ni tampoco una pura experiencia interior, sino que tiene, en cada uno de sus núcleos esenciales, una relación precisa y sólida con la realidad»10.
Las consecuencias de cambiar este método o de darlo por descontado las tenemos ante nosotros: ya no existe ninguna incidencia significativa sobre el yo. El reconocimiento por parte de todos de la emergencia educativa no es otra cosa que el signo manifiesto de la derrota histórica de la pretensión ilustrada de producir los frutos del cristianismo sin Cristo. ¿Qué puede ayudarnos a no cambiar el método? También en esto demuestra la Iglesia su realismo, pues nos ayuda a tomar conciencia de todos los factores implicados:
1) En primer lugar, el reconocimiento de que el hombre está siempre necesitado, porque su apertura y su ímpetu original se reducen constantemente. Es la conciencia de su necesidad lo que le espolea para buscar ese origen sin el cual un hombre no se mantiene en pie. Por eso, al recordarnos que somos pecadores, es decir, necesitados, la Iglesia nos ofrece una contribución más decisiva de lo que pensamos. El hecho de que su gesto más significativo, la misa, comience con el reconocimiento de ser pecadores, no es un acto piadoso; es la ayuda más realista porque, al hacer esto, nos sitúa en la actitud adecuada para comenzar cualquier cosa.
2) En segundo lugar, la naturaleza del cristianismo como el acontecimiento del asombro suscitado por la belleza de Cristo. Al pegarnos a Él, Su belleza facilita nuestro apego, impidiendo que desaparezca nuestro yo, cosa que ningún éxito sería capaz de evitar, justamente porque es incapaz de satisfacer la exigencia de totalidad de nuestro yo. Sólo si somos continuamente solicitados por el atractivo de la Verdad podemos esperar algo.
Una compañía como la vuestra se relaciona cotidianamente con el poder y con el dinero. ¿Es realista pensar que uno pueda manejarlos sin acabar usándolos de una manera que no construye ni a uno mismo ni a los demás? O, dicho con otras palabras, ¿es posible hacer una asociación de empresas y de obras que sea distinta de las demás? En mi opinión, sólo con una condición. Tenía dudas sobre si era adecuado y oportuno decirlo en un lugar como éste, en el que se reúnen personas procedentes de las más diversas trayectorias. Pero me tranquilicé cuando uno de vosotros me dijo que la Corporación de los tintoreros –es decir, gente con las manos en la masa, con vuestra misma exigencia de éxito– mandó esculpir en la catedral de Piacenza estas palabras: «Si queremos dar un sentido nuevo a la realidad, si queremos una vida nueva, debemos volver a la virginidad». Y don Giussani comenta: «Virginidad es la búsqueda del destino en cada cosa que se hace, por el que cada circunstancia es plasmada en su significado, realizada por tanto en la forma más verdadera, más leal, más útil. De este modo la vida humana se vuelve más verdadera, más leal, más útil. Se vuelve mejor. La vida humana surgida como pasión por Cristo […] se concreta en la voluntad apasionada de que la vida del hombre sea más verdadera, más leal, más útil»11.
Sólo esta pasión por Cristo, esta «mirada puesta en Algo más grande»12 hace posible la virginidad, que nos puede situar en la actitud justa para tratar con el poder y con el dinero sin terminar siendo dominados por ellos, es decir, es lo que permite un uso nuevo de las cosas, una verdadera posesión. No es el resultado de un esfuerzo ético, sino de ceder ante la fascinación de la belleza de la que hablaba Jacopone da Todi: «Cristo me atrae por entero, ¡tal es su hermosura!»13.
Él es el que hace posible la gratuidad que habéis puesto en el lema de vuestro encuentro. «Si Dios no se hubiera hecho hombre –nos recuerda don Giussani– nadie podría plantear su vida con esta gratuidad»14.

5. El reto de una compañía así
Es indudable que aceptar llevar a cabo una iniciativa como la vuestra no está exento de riesgos. Toda la novedad que Cristo es capaz de generar es confiada a vuestra libertad y responsabilidad. La capacidad que os ha dado de arriesgar, entrando en la realidad con este ideal (me arriesgo también yo en la obra que es el movimiento) forma parte de lo que os ha generado. Sabemos bien que este ideal no podrá ser vivido completamente en la historia. Pero con esto no disminuye la tensión hacia él.
Esta tensión la describe muy bien Eliot, cuyas palabras sentimos tan en consonancia con nosotros: «Bestiales como siempre, carnales, buscándose a sí mismos como siempre, egoístas y cegatos como siempre / pero siempre luchando, siempre reafirmándose, siempre reanudando la marcha por el camino iluminado por la luz; / a menudo deteniéndose, vagueando, perdiéndose, retardándose, volviendo, pero sin seguir otro camino»15. Bestiales como todos, pero siempre en lucha y nunca abandonando el camino.
Por eso no os asustéis de vuestros eventuales errores, inevitables en cualquier obra humana. Pero tampoco los justifiquéis. Nosotros podemos reconocerlos, porque no estamos definidos por ellos. Si no fuera así, para afirmarnos a nosotros mismos, nos veríamos obligados a negarlos presuntuosamente, como hace la mayoría.
Dentro de la experiencia que hemos encontrado se nos da el principio para corregirnos y para recomenzar siempre. Siempre en lucha; y la primera lucha está dentro de nosotros, para afirmar un bien mayor que nuestra medida y que nuestros proyectos.

6. Razones profundas de mi simpatía
Percibo vuestro trabajo muy en consonancia con mi modo de percibir el acontecimiento cristiano, como el acontecimiento de la criatura nueva de la que habla san Pablo, es decir, de un sujeto nuevo sobre la escena del mundo, de un protagonista nuevo en la sociedad. Tomar conciencia de esto me parece particularmente urgente. Porque sólo un cristianismo como acontecimiento puede responder a la situación actual en la que vemos reducirse al sujeto y crecer la desidia. Y sin un sujeto capaz de decir "yo", no existe posibilidad de novedad y de crecimiento para un país. ¿Comprendéis por qué desde hace años hablamos de "emergencia educativa"?
Esta es la razón de que vuestro trabajo sea decisivo también para comprender la naturaleza del cristianismo. ¿A quién le puede interesar un cristianismo incapaz de generar un sujeto capaz de entrar en la realidad? ¡Sería una complicación inútil de la existencia, ya demasiado llena de problemas! Por eso lo que puede interesar a los que os conocen, sea cual sea su circunstancia, es el cristianismo como respuesta al problema de la vida, porque éste es el origen y el método de vuestra originalidad. Solo así se puede evitar el riesgo denunciado por el cardenal Ruini: «Tiene que ver con una concepción de nuestra fe que quiere ser "pura", pero que corre el riesgo de resultar desencarnada, porque no se interesa o no se hace cargo de las condiciones socio-culturales e institucionales que se requieren para mantener y relanzar tanto el arraigamiento popular de la fe misma como su capacidad de ejercer un papel de guía en la historia […]. Debemos superar estas formas de espiritualismo, que pueden esconder una especie de alienación de nosotros mismos. Los factores socio-culturales no son ciertamente la fuerza motriz decisiva del cristianismo, que se sitúa en el misterio de nuestra relación con el Dios que nos salva, pero representan un elemento imprescindible en el tejido concreto de la historia, como han mostrado repetidamente las vicisitudes de estos dos milenios»16.
Las obras a las que habéis dado vida me parecen como un "intento irónico" –por usar palabras de don Giussani– de expresión de la novedad que ha entrado en muchos de vosotros por el Bautismo: una criatura nueva, un modo nuevo de decir "yo". ¡Algo completamente distinto de la alienación de nosotros mismos! Un sujeto nuevo capaz de arriesgar, este es el fruto de una educación cristiana. ¡Sois muy valientes arriesgando así en estos tiempos! Sería más fácil desinteresaros de vosotros mismos y de los demás. Pero vosotros asumís este riesgo. Y yo os agradezco el testimonio que ofrecéis, porque estas iniciativas de vuestra creatividad son una contribución para el bien y el bienestar de la sociedad.
Ser protagonistas dentro de la realidad social impide ese vaciamiento del yo que sucede cuando uno espera todo del Estado. Ante este protagonismo nuevo, el Estado adquiere su puesto justo y es capaz de desempeñar su papel fundamental: favorecer la libertad expresiva y asociativa, asegurar el espacio en el que el hombre pueda recorrer su camino, afrontando los problemas y buscando respuestas que hagan más humana y digna la vida de cada uno. En el apoyo o no a estas iniciativas personales, cada Estado decide cómo quiere a sus ciudadanos: protagonistas o sometidos.
La encíclica de Benedicto XVI es, en este sentido, una "carta magna" de la relación justa entre la sociedad y el Estado: «Lo que hace falta no es un Estado que regule y domine todo, sino que generosamente reconozca y apoye, de acuerdo con el principio de subsidiaridad, las iniciativas que surgen de las diversas fuerzas sociales y que unen la espontaneidad con la cercanía a los hombres necesitados de auxilio»17.
Esto conviene al Estado y a la sociedad. Aquí radican en mi opinión las razones del interés, también para un laico, de formar parte de una compañía así.

Notas
1 L. Ferry, «Tenemos miedo de todo, del tabaco, del sexo, del alcohol, de la mundialización...», en ABC, 1 de abril de 2006, p. 27.
2 U. Galimberti, «La generazione del nulla», en la Repubblica, 5 de octubre de 2007, p. 47.
3 P. Citati, «Gli eterni adolescenti», en la Repubblica, 2 de agosto de 1999, p. 1.
4 A. Schiavone, «La destra non sa più spiegare il mondo», en la Repubblica, 16 de octubre de 2007, p. 26.
5 L. Giussani, El yo, el poder, las obras, Encuentro, Madrid 2004, p. 145.
6 Cfr. ibidem, p. 85.
7 Ibidem, p. 154 .
8 Ibidem, p. 151.
9 L. Giussani, «Viterbo 1977», en Il rischio educativo, Sei, Turín 1995, p. 61.
10 C. Ruini, Chiesa del nostro tempo III, Piemme, Casale Monferrato 2007, p. 135.
11 L. Giussani, «Presentazione», en E. Manfredini, La conoscenza di Gesù, Marietti, Génova-Milán 2004, p. 24.
12 L. Giussani, Por qué la Iglesia, Encuentro, Madrid 2004, p. 198.
13 Jacopone da Todi, «Como l'anima se lamenta con Dio de la carità superardente in lei infusa», Lauda XC, en Le Laude, Librería Editrice Florentina, Florencia 1989, p. 313.
14 L. Giussani, El yo, el poder, las obras, o. c., p. 122.
15 T.S. Eliot, «Coros de la Piedra», en Poesías reunidas 1909-1962, Alianza, Madrid 1995, p. 182.
16 C. Ruini, Chiesa del nostro tempo III, o. c., pp. 56-57.
17 Benedicto XVI, Deus caritas est, II, 28.

 

VIDEOCONFERENCIA CON DON JULIÁN CARRÓN - 25 de Noviembre de 2006

Videoconferencia con Don Julián Carrón
25 de Noviembre de 2006

AUGUSTO ARCANI
Hola Don Julián / Mario, soy de Buenos Aires, empresario y tengo tres empresas. Estoy hace dos años con un grupo de amigos empresarios reuniéndonos en Buenos Aires intentando llevar a la práctica la Compañía de las Obras, de hecho hemos visto entre nosotros nacer obras nuevas, hemos hecho varios encuentros pero pequeños juntándonos a almorzar. Hace poco más de un año nos reunimos con otros países de Sudamérica para organizar el Meeting de Chile donde nació una amistad con gente de Chile, Venezuela y Brasil. Frente a este panorama se plantea una duda porque estoy viendo gran cantidad de empresarios la necesidad de sumarse a este grupo que les interesó y le gustó. En el Meeting hubo 100 empresas participando que seguramente era una parte de los que estamos en Sudamérica y uno imagina puede pensar en algo muy grande y en una necesidad muy grande que hay. Esto choca con nuestra capacidad operativa de querer llevar esto delante, el punto es tener claro el paso que debemos dar en este momento para no caer, para seguir con este trabajo y hacerlo público pero sin generar una organización, ¿cuál sería la postura correcta que debemos tener nosotros?
 
JULIAN CARRON
No penséis en el gran proyecto, mirad que es lo que podéis hacer como primer paso, porque la vida es un camino, no es que tenés que ver todo el desarrollo para hacer algo, viste que podéis dar algún paso, como esas personas que habéis encontrado, y comenzar a colaborar juntos, a responder a ciertas necesidades que tenéis juntos porque esto es lo que hace después crecer y os puede dar, poco a poco, la claridad para el siguiente paso y después el siguiente paso. Como decía Don Giussani la Compañía de las Obras es más vivirla que pensarla por esto la cuestión es empezar a responder a las necesidades, que vosotros como empresarios tenéis, juntos. Esto no es una novedad absoluta porque la mayoría de los empresarios tienen por la competitividad son aliados sin necesidad de colaborar, si hay una amistad de construye, ya hay un primer paso.

JULIAN CARRON
La salvación es en el presente porque el encuentro cambia el yo, me llamado la atención recientemente una frase de San Pablo a los Corintios de que la Resurrección de Cristo se ha manifiestamente tan potentemente y delante de nosotros que ningún don de gracia os falta. San Pablo esta hablando en Corinto, en el Imperio Romano, les decía que tenéis todo lo necesario para respirar, ningún don de gracia os hace falta por eso puede cambiar ya el presente de cada uno de nosotros, como cuando uno se enamora, cambia el presente y eso abre una esperanza para el futuro. Es ese yo cambiado que va a trabajar de un modo distinto, de un modo nuevo, por eso el trabajo es la expresión de ese yo distinto tal es así que cuando la gente ve trabajar a uno contento o sin intentar como sacudirse sino afrontarlo, se sorprende, es decir, la novedad de este yo entra en el modo en que vivimos el trabajo, el afecto, el dolor, el tiempo libre, el instante. De este yo puede surgir una obra, la obra de este trabajo es una construcción, yo puedo hacer una obra en el sentido técnico de la expresión o puedo no hacerla pero la obra que yo estoy haciendo, por este cambio que ha sucedido en mi yo y por la contribución que le estoy dando a la sociedad, que a través de mi trabajo estoy poniendo en el mundo el sentido del trabajo, llevo el secreto del mundo, esto es la obra que nosotros hacemos a través de lo que hacemos, que nosotros pensamos con esta conciencia, es nuestra contribución, después habrá personas que podrán tener la energía, la creatividad de hacer una obra en el sentido particular del termino. Pero la Compañía de las Obras existirá en la medida en que existan estos yo, estos sujetos nuevos, esta criatura nueva que se exprese en la realidad. Va a existir una compañía de obras porque existe esto. Acabamos de hacer esta mañana Consejo Nacional y hablando del match (España - Evento de colaboración entre empresas) tantas personas quedan sorprendidas de que uno pueda hacer un gesto de esta naturaleza, empresarios sin gente de la política, se quedaron sorprendidos porque allí, a través de la obra, se expresa esta novedad que nosotros hemos encontrado. Empezar a hacer una obra así depende del crecimiento del sujeto porque no lo que no podemos dar por descontado en este momento de la historia es el sujeto, nosotros tenemos que tener la paciencia como ha tenido Don Giussani con nosotros durante años de hacer crecer el sujeto, conciente y libre, que después se puede expresar en las obras pero que esto dependerá de después de las circunstancias que permitan o no hacer determinadas obras como respuestas a la necesidad. Aunque tuviéramos la posibilidad, sino existe un sujeto que pueda hacerlo será imposible que podamos hacerlo. Por eso la tarea fundamental es la tarea educativa.
 
 

La persona y las obras Qué tiene que ver el "yo" con las obras

 

La persona y las obras Qué tiene que ver el "yo" con las obras
Publicamos el texto de una lección que Julián Carrón impartió en diciembre 2004 en el ámbito de unas jornadas de trabajo de los responsables de la Compañía de las Obras a escala local y nacional. La lección se centró en la palabra "yo", tal como figura en el libro de don Giussani El yo, el poder y las obras (Ed. Encuentro), que recoge sus intervenciones en las asambleas de la asociación

link de referencia http://www.huellas-cl.com/articoli/dic05/lapersonaylas.html

¿Qué tiene que ver el yo con una asamblea de la Compañía de las Obras? Para realizar una obra es necesario un yo. Parece banal decirlo, pero nunca ha sido tan evidente que no se puede dar por supuesto en absoluto. Antes se daba por descontado hasta tal punto que nadie se planteaba cómo se genera el yo: estábamos convencidos de que el yo salía a la luz en el cauce de la tradición en la que habíamos nacido, es decir, que la sociedad en que vivíamos estaba en condiciones de educar a las personas, hacerlas madurar y dotarlas de un sentido de responsabilidad ante los desafíos que plantea la vida. Hoy por hoy ya no es así. Lo podemos constatar a diario. Lo vemos por todas partes: en la escuela, la familia y el trabajo. Y ello afecta a la laboriosidad del hombre, a sus iniciativas, a su creatividad; es decir, a la activación del yo en la realidad, a su capacidad de aceptar los desafíos que se nos presentan.
No somos bien conscientes de esta situación. A menudo caemos en el error de suponer que existe el sujeto capaz de poner en marcha una obra. Pero el sujeto hoy está tan fragmentado y debilitado que es cada vez más difícil encontrar alguien que tenga la energía humana necesaria para construir. Es difícil encontrar "yos" que se arriesguen para llevar a cabo una obra. Para crear una obra y llevar a cabo un proyecto se precisan una energía y una capacidad que no siempre se dan. Carecemos de "yos" que tengan la fuerza necesaria para crear una obra. Por eso el futuro será de quienes estén en condiciones de generar un verdadero yo.

Despertar el yo
Lo que acabamos de decir se comprende especialmente en la educación. Resulta evidente en este trabajo que no basta la mera instrucción. La instrucción no es capaz de generar un yo en toda su plenitud, de poner en marcha la totalidad del yo. Hace años fui director de un colegio y tuve oportunidad de convivir con profesores muy competentes, dispuestos a enseñar, a transmitir todos sus conocimientos a los chicos. Pero faltaban alumnos que tuvieran ganas de recibir todos esos conocimientos. El resultado del encuentro entre uno que posee conocimientos y otro que no quiere aprender no conduce a ninguna parte. Se hace cada vez más evidente que el profesor debe despertar el yo del muchacho para poderle luego transmitir esos conocimientos. Sin que alguien esté dispuesto a despertar su interés, el chaval no se molestará en escuchar lo más mínimo. A veces se pretende resolver esta situación con técnicas de estudio. Hace tiempo vino una persona a proponerme técnicas de estudio para los alumnos. Con un minuto tuve suficiente: «Mire, señorita, mi problema es que los chicos no quieren estudiar. ¿Cree usted que las técnicas de estudio que me propone responden a este problema? Desgraciadamente no. Cuando tenga una respuesta a mi problema, entonces me interesarán sus técnicas de estudio». Cuando un chaval quiere estudiar, el profesor suele tener los conocimientos y las técnicas de estudio necesarias para hacer que progrese. Pero el problema es cómo despertar un yo que esté en condiciones de interesarse por todo lo que otro le puede enseñar, que tenga necesidad de aprender. Sabemos de todo, pero cada vez tenemos menos idea de cómo se genera verdaderamente el yo de la persona. Para ello no basta algo parcial, aunque sea interesante, como puede ser cualquier conocimiento de tipo matemático, literario, etc. Lo que verdaderamente se necesita es una generación, una paternidad, un padre que genere verdaderamente un yo: un padre que sepa poner en marcha toda la expresividad propia del yo.

El impacto con lo real
Pero, ¿cómo se genera el yo? Lo primero es darse cuenta de qué es. El yo, como decimos a menudo, es exigencia de felicidad, de totalidad. Por tanto, se genera el yo sólo cuando se despierta esta exigencia. Si no se despierta dicha exigencia de totalidad de la razón, la libertad y el afecto, nunca habrá un yo capaz de interesarse por todo y dispuesto a aprender. Pero el yo acontece sólo si existe algo que entra en relación con él despertando su núcleo íntimo, su exigencia constitutiva de totalidad, felicidad y verdad. ¿Y cómo se despierta esa exigencia de totalidad? En el chaval, como en todos nosotros, resurge en el impacto con la realidad. Una vez llevé a mis alumnos al planetario. Después de la visita, tenía clase con ellos y pregunté qué les había impresionado más de todo lo que habían visto. Me bombardearon con preguntas, pero no sobre el número de estrellas y de galaxias, sino sobre qué tenía que ver lo que habían visto con la totalidad: ¿Quién ha hecho todo esto? ¿Somos sus dueños? ¿De dónde surge? Eran cuestiones que se referían al significado de lo que habían visto y que había despertado toda la exigencia de su razón. En estos casos uno percibe qué es la razón y que la exigencia de totalidad es la naturaleza misma de la razón.

Una evidencia que conmueve

Es la realidad la que despierta ese tipo de curiosidad, la que despierta el yo en toda su integridad y plenitud. Solemos decir que este reavivarse del yo en el impacto con la realidad puede suscitar, a su vez, el conocimiento amoroso en el que consiste el acercamiento a la realidad y al mismo yo. ¿Dónde se encuentran los factores de la relación del yo con lo real? Al leer La autoconciencia del Cosmos, he hallado una frase de don Giussani que sintetiza lo que siempre nos ha dicho: «Una evidencia que nos conmueve. Dos cosas potentísimas: sin evidencia no nos podríamos conmover; sin conmoción no habría evidencia» (p. 227). Cuando acontece una evidencia que nos conmueve, se encuentran unidos lo real y el yo; el yo acontece en relación con la realidad, que despierta en él toda la exigencia de su razón, lo cual es el verdadero inicio de todo. Para comprenderlo, basta ver a un niño con un juguete: se ve la parábola de lo que despierta su curiosidad, la misma que permitió a Newton interesarse por un objeto que caía. ¡La misma!
La cuestión educativa hoy es que ya no se despierta la exigencia de totalidad, y se busca transmitir conocimientos parciales, que no interesan porque nada tienen que ver con esa exigencia humana. Si el muchacho no atisba la relación, el vínculo, entre un conocimiento parcial y la exigencia de totalidad de su yo, no puede interesarse por nada. Fuera de este vínculo no existe razón para interesarse por un particular: sin la relación entre la exigencia de mi yo y lo particular, no me intereso por nada. Si no se procura dar respuesta a esta exigencia de totalidad, no aflora el yo. Esta es la desgracia de nuestro tiempo.
Según vamos viviendo, nos damos cuenta de que esta apertura original del corazón, que coincide con la exigencia de totalidad, decae con el tiempo, va a menos, incluso ante las cosas más bonitas e interesantes: ni siquiera éstas pueden mantenerla. Debemos ser conscientes de hasta qué punto estamos necesitados y de que, para que esta apertura se mantenga en el tiempo, no basta toda la energía que tiene un niño cuando llega al mundo; no basta el ímpetu con el que uno comienza a trabajar o con el que se enamora. No podemos ignorar el realismo de la concepción cristiana del hombre cuando afirma lo que llamamos "pecado original". Escribe don Giussani en una de sus intervenciones recogida en el libro Vivendo nella carne: «La abolición de tal noción ha hecho posible toda la hybris del hombre moderno. Pero se trata de una evidente mentira, porque, de cualquier modo que se conciba la idea de pecado original, no existe una hipótesis explicativa más plausible de la dolorosa condición humana, de su originaria herida, de la contradicción existente en el corazón del hombre» (p. 230; nota 18).
Este ir a menos del yo, a causa de su fractura original, nos hace entender aún más que si no existiera otra cosa no se podría mantener el deseo de totalidad que la realidad suscita. Todo el mundo está en contacto con la realidad, pero no hay tantos "yos" conscientes de su necesidad de totalidad viva y notoria. Con frecuencia me contáis que muchos se quedan sorprendidos ante una creatividad que les resulta novedosa, es decir, ante personas que viven con un ímpetu de totalidad y que por ello no pueden dejar de asombrar a los demás. Pero, ¿de dónde surgen estas personas? Son personas que han encontrado algo que sana ese ir a menos del yo. Es necesario un lugar en la historia donde continuamente suceda ese despertar del yo que lo pone en marcha, un lugar que lo haga resurgir, un lugar humano, hecho de personas en cuyo contacto la vida renace, se libera, se regenera. Esto es lo que nos ha sucedido en el encuentro con Cristo. Y Él, a través de Su continua presencia en la historia, sigue despertando la totalidad de nuestro yo. Él es el único que puede hacer que renazca.

Lo que da esperanza
Por eso, encontrar personas así es ya un signo de que en la historia, aquí, ahora, en el presente, hay algo que da esperanza a la situación humana en la que nos encontramos, que hace posible volver a empezar, sea cual sea la circunstancia o el fracaso. Pero no basta decir "Cristo", también esta palabra puede verse reducida a un moralismo o espiritualismo: se trata de concebir el cristianismo como hecho, como un acontecimiento. Y se comprende que es un acontecimiento porque renacen personas con este ímpetu de totalidad. Como nos recordaba don Giussani recientemente en una entrevista en el Corriere della Sera: «El inicio nuevo que la experiencia cristiana supone en todas las relaciones [y por eso mismo de cada yo] no nace de un punto de vista cultural, como si fuera un discurso que se aplica a las cosas, sino que sucede experimentalmente. ¡Es un acto de vida lo que pone en marcha todo!» (15 de octubre de 2004).

Ese atisbo de plenitud
Es un acto de vida lo que pone en marcha todo. Si el yo no participa de un lugar donde late constantemente este acto de vida que pone en marcha todo, antes o después se detiene. Se detiene aunque haga muchísimas cosas, pero se detiene en su punto central. Así pues, también en el ámbito laboral se experimenta que falta algo. Si no se satisface esta exigencia de totalidad, algo falta y ello hace que se detenga el centro íntimo de la persona, aunque se halle inmerso en una actividad frenética. Pero, ¿por qué un lugar como el que he descrito reúne las condiciones necesarias para despertar, poner en marcha y mantener la totalidad del yo? Lo despierta porque lo realiza. ¿Por qué la presencia de la persona amada consigue rescatar nuestro yo aunque esté encogido? Porque es un presagio de esa plenitud que nuestro corazón desea. Si el yo no encuentra ese atisbo de plenitud que el corazón desea, se cierra, se queda parado. Por el contrario, cada vez que esto sucede vemos cómo se vuelve a dar el acontecimiento del yo, cómo este se vuelve a poner en movimiento. Sin el encuentro con lo que llena el corazón no podemos vivir en la realidad con toda nuestra capacidad de construir, con creatividad, llevando adelante una propuesta; no podemos trabajar con todo nuestro yo, ni tener ganas de trabajar de verdad. Si el yo, en cambio, se encuentra en esta condición favorable, aportará toda la energía que tiene: de hecho, esa energía pertenece a la naturaleza del yo antes que cualquier movimiento de la libertad. Vosotros tenéis esa energía, pero es preciso que sea despertada constantemente en un lugar formado por personas que, a su vez, han sido alcanzadas por el mismo encuentro con Cristo y que, por eso, pueden reemprender siempre la marcha siendo libres de los logros, del éxito.
Últimamente se habla mucho del origen del capitalismo, de su raíz protestante, calvinista, porque el yo tiene necesidad de alcanzar logros y el catolicismo no parece poder asegurárselos. Es justo al contrario. Sólo un yo que ha sido despertado con toda la potencia de la totalidad está en condiciones de ser "libre" del éxito, en el buen sentido del término. Voy a explicarme. Todos tenemos necesidad de tener éxito cuando iniciamos una obra, no nos es indiferente el éxito, porque, si no, la obra sucumbe. Pero la cuestión es que esto no basta. Siempre recuerdo lo que escribió Pavese al volver de Roma, tras haber recibido el premio Strega: «En Roma, apoteosis. ¿Y qué?» (cf. C. Pavese, El oficio de vivir). Incluso el mayor de los logros termina así. Y si termina así, uno, antes o después, se detiene. ¿Qué puede despertar constantemente el deseo del hombre, liberándolo del éxito, poniéndolo en movimiento? Sólo podemos lanzarnos a la realidad con toda la creatividad humana, libres del éxito, si en el encuentro con Cristo, con un lugar, encontramos la plenitud del corazón, la satisfacción del yo; y no porque seamos indiferentes o no tengamos interés, sino porque nada nos bloquea en los vaivenes de la vida cuando no alcanzamos el éxito. El problema es lo que ocurre cuando las cosas en la vida no van según pensamos: encallamos, nos bloqueamos. Si no existe algo que nos haga volver a empezar, antes o después acabamos desistiendo.

Lo que llena el corazón
Por eso –y perdonad la comparación, pero me parece justo decirlo– para alcanzar verdaderos logros, para una relación verdadera con lo real, es necesaria una experiencia de la vida como la de la virginidad. Sólo cuando se encuentra algo capaz de llenar el corazón nos relacionamos con el otro no con la intención de poseerlo, sino permitiendo que sea libre de ser él mismo, tratándolo con una gratuidad única, respetando su dignidad humana. Sólo esta plenitud del corazón nos lleva a volcarnos en la realidad con todo el deseo, sin depender de lo que consigamos; sólo ella nos hace poner en juego toda nuestra energía libre, ¡libre!, para construir una sociedad más humana que responda a las necesidades del hombre. Esta es la diferencia entre Calvino y san Benito. Parece que los monjes benedictinos no hicieron nada, pero resulta ser todo lo contrario: generaron una cultura. ¿Y de dónde nació esta cultura? ¿Cuál es el origen de Europa? Europa nació de unos hombres que poseían una plenitud que no lleva automáticamente al éxito, pero que produce una energía capaz de reconstruir toda una civilización. ¡Qué desafío suponen todas las necesidades humanas que vemos!
Por esto, por tener la oportunidad de una experiencia similar, entiendo que es necesaria una "compañía de las obras". He aquí lo que todos sentimos que es más necesario: un lugar donde ser regenerados constantemente, donde volver a empezar, donde poder tener una experiencia de la vida que nos ponga en marcha, que nos rescate de las arenas movedizas en las que tantas veces caemos; una compañía que sea la verdadera morada del yo, un lugar donde el yo sea ayudado, corregido, sostenido en el trabajo, en sus obras, que suscite las ganas de trabajar, arriesgar, emprender, que responda a esa abstracción de un yo autónomo que acaba en la soledad, en la pérdida del gusto por las cosas; en definitiva, una compañía real. Hace falta conocer cuál es nuestra auténtica necesidad como hombres –necesidad que atañe a la totalidad del yo– y que no podemos socorrerla por nosotros mismos. Estamos aquí por esta razón, por este aprecio mutuo que nos profesamos como hombres, afecto lleno de gratitud, conmovido. Y hay muchos que quieren compartir con nosotros el camino hacia el destino, quieren compartir esta aventura de la vida vivida en toda su complejidad humana, en el trabajo, las obras, etc. La amistad que vivimos es una amistad para el destino.
Una compañía como la nuestra debe estar al servicio del yo, de su capacidad de crear, de generar, de afecto. Porque incluso se puede llegar a conseguir el éxito; pero, ¿quién se preocupa por nuestro destino, por el destino del yo? ¿Quién responde, quién se interesa por darle lo que necesita? Sin esto, antes o después nos quedamos solos y desistimos. En cambio, lo que impacta a muchos de los que se encuentran con nosotros es este impulso de totalidad que nos pone en marcha, que responde a un problema particular con este afán de totalidad. Una compañía como la nuestra debe estar al servicio de las necesidades, con una capacidad de valorar lo que surge entre nosotros, todo lo que el Misterio hace surgir constantemente ante nuestros ojos gracias a la libertad y la creatividad de cada cual.

Al servicio de la creatividad social
Estos días he estado leyendo la intervención de don Giussani en Assago en 1987. Me llamaba la atención una cosa que me vino a la mente pensando en vosotros: «Un partido que ahogase, que no favoreciera o defendiese esta rica creatividad social contribuiría a crear o a mantener un Estado prepotente ante la sociedad» (El yo , el poder y las obras, pág 169). Esto equivale a decir que la política está al servicio de esta rica creatividad social. Una compañía como la nuestra no puede tener otro fin que estar al servicio de esta rica creatividad que existe entre nosotros, no para sustituirla, sino para servirla y ayudarla a crecer, para que crezca y madure. «Todo poder –dice– debe descubrirse "servidor", debe descubrir la dignidad de ser "servicio" participando de este modo en la gran condescendencia de Dios que, por amor al ser humano, se entregó a Sí mismo» (El yo , el poder y las obras, pág 18). Nosotros estamos aquí, como compañía, para ofrecer este servicio recíproco, que es participar en esa condescendencia de Dios por amor al ser humano. Así comenzó la Historia. El Señor dijo a Moisés: «Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos. He bajado para librarle» (Ex 3, 7-8). Todo el plan del Misterio consiste en esta misericordia hacia el ser humano; por eso, todo, desde aquel momento –el inicio de la Historia de la Salvación– hasta la Encarnación, hasta hoy, está al servicio del individuo, de cada hombre. Tal como lo hace Dios, nosotros debemos estar atentos a lo que surja, al servicio de lo que Otro suscita entre nosotros, que es la manera de obedecer a una medida que no es la nuestra y, por tanto, de colaborar con el único Creador de todo, con el único que puede despertar la capacidad del yo. Se necesita una mirada como la que describe Pier Paolo Pasolini: «Mi mirada hacia las cosas del mundo, hacia los objetos, no es una mirada natural, no es laica. Veo las cosas impregnadas de algo milagroso, es como si cada objeto fuera un poco milagroso. Poseo una visión, siempre informe, en cierto modo religiosa» (tomado de una entrevista en 1970). Este milagro que sucede ante nosotros es al que debemos servir y acoger. Dice también don Giussani en la entrevista del Corriere: «Parto de un modo de mirar las cosas "con pasión", "con amor", con una apertura que no me deja solo, sino que pone en marcha una relación. No se puede abordar una cuestión de la que depende la vida con una actitud como la que acabo de describir, sin que esto descoloque al otro, le sorprenda». Es esta "pasión" la que mueve todo y la que debe impulsarnos también a nosotros ante aquellos con quienes nos relacionamos en esta amistad. Para acoger la riqueza que el Misterio hace surgir ante nuestros ojos se necesita una amistad, una unidad en acto de adultos libres, que estén en condiciones de ayudar sin esquematismos a responder a toda la diversidad creativa que existe entre nosotros.

Un punto último de referencia
De este modo surgirán en esta compañía "yos" para el pueblo: yos como factor social. Es imposible que un yo que nazca así no desee afrontar las necesidades que se le ponen por delante, «en las que se encarnan los deseos, imaginando y creando estructuras operativas capilares y ocasiones que llamamos "obras"» (El yo, el poder y las obras, pág. 168) para intentar responder. Esto es lo que nos ha recordado recientemente el cardenal Camilo Ruini a propósito de lo que está sucediendo en Europa: «Los cristianos no pueden limitarse a protestar, deben encontrar nuevos caminos para que la fe pueda continuar siendo protagonista; no para imponer un esquema cristiano, sino por amor al destino del hombre que es siempre la cuestión decisiva. Que el centro de nuestra preocupación sea la persona».
Pero esta "compañía de las obras" no podemos crearla nosotros solos; necesitamos un punto último de referencia que no puede ser otro que el que nos ha generado: el movimiento. Este punto último de juicio no pretende ser un intento de inmiscuirse en vuestra compañía, sino una ayuda para vivir juntos, para renacer. Es el único modo de que no prevalezcan otros intereses sobre el ideal. Sólo este punto último hace posible una "compañía de las obras". Ser conscientes de ello es todo menos secundario para el fin de vuestra compañía. La energía viva que torna en experiencia todo lo que hemos dicho es lo que llamamos "carisma", la gran potencia que encontramos entre nosotros, que hemos encontrado, que genera constantemente una compañía para el yo. Sólo así nos acompañaremos y caminaremos juntos hacia el destino, sólo así haremos verdaderamente experiencia y verificaremos la esperanza del único verdadero éxito que nos interesa a todos: el de la vida. Sin este éxito el resto de los logros son insuficientes. Mi deseo es que, en vuestra labor, en todo lo que hacemos juntos, nos acompañemos como hombres, que seamos verdaderamente compañía del único verdadero éxito que nos interesa.

3º MEETING COMPAÑÍA DE LAS OBRAS - LATINOAMÉRICA - Intervención de Giorgio Vittadini

3º MEETING COMPAÑÍA DE LAS OBRAS  -  LATINOAMÉRICA

Intervención de Giorgio Vittadini

 

1°) ¿Qué juicio tenemos sobre la situación social y política de América Latina?

 

2°) ¿Qué juicio tenemos sobre la experiencia de las obras en marcha?

 

3°) ¿Cuál es el paso de experiencia que urge en este momento.

 

4°)  Las consecuencias operativas de esto.

 

Comienzo por el primer punto, en qué situación nos encontramos?

       Muchos aportes, por ejemplo de Brasil, Argentina, Venezuela, dicen que la situación política en América Latina parece caracterizada por un creciente rol del estado en la vida social y económica.

Hay un estatalismo de izquierda que defiende con palabras el bien común y los derechos de los más pobres en base a programas centrados en la redistribución de las ganancias y en la "eliminación" de la injusticia social (que lleva en muchos casos a clientelismo político, a populismo y asistencialismo), y en el otorgamiento de subsidios.

       Es un plan que prevé la realización del socialismo dentro de la estructura del estado democrático, es el caso de Brasil, o alimenta un clima social de choque sobre opuestos intereses de partes (sindicatos, empresas, clase política e Iglesia, estado vs. privados), es el caso de Argentina.

O bien existe una dificultad de enfrentar, a pesar de esto, el tema de las desigualdades sociales que caracterizan todavía a muchos países.

       En este clima, se repite siempre en los aportes, en este clima de creciente estatalismo, la persona ante todo, no es el tema central.

       Existe un desarraigo y una indiferencia por los valores tradicionales, los vínculos sociales se desalientan y el populismo tiene un lugar preponderante, es decir, sustancialmente hay un regreso a los años setenta, no se le da el nombre de teología para la liberación, pero la idea es que la política y el estado son los que pueden resolver los problemas de América Latina.

Es como volver atrás treinta años.  En esta situación también la Iglesia se ve en dificultades.  Como denuncian los amigos de Chile, en ciertos casos se reduce a un espiritualismo, por un lado y por otro el trabajo, la empresa y la política son otra cosa.

O bien se asocian con estos ensayos estatalistas antes mencionados.  Y esto nos ubica ante una pregunta pesada teniendo en cuenta que dentro de unos meses, en mayo, se llevará a cabo la CELAM con el Papa.  La pregunta es: ¿cómo se llega a esta cita?

Con relación a este primer punto, a esta situación de dificultad, a este regreso a la ideología (que por otra parte, agrego yo, parece bloquear los procesos de desarrollo que deberían poner a América Latina, sobretodo a determinados países como Brasil, a la vanguardia del desarrollo mundial. Deberían verse desarrollados como China, India, como protagonistas y no bloqueados para este desarrollo).  Nuestro amigo Juvenal Ríos, nuestro gran amigo peruano, amigo epistolar de don Giussani, ex alumno del Che Guevara, sintetiza y subraya, en el saludo que nos manda, como siempre, los dos problemas de América Latina.  El primero radica en el significado de la experiencia misma de América Latina que yo aprendí durante años de ustedes.  Es un continente que nace sobre la unidad de lo distinto, nace a partir de la Virgen de Guadalupe como la unidad de pueblos diversos, nace con una hipótesis incluso olvidada por muchos católicos, cuando en el 50º aniversario del descubrimiento de América hicieron pactos con tesis dualistas, la tesis del imperialismo, en vez de decir que la Iglesia Católica, el catolicismo, a diferencia de Norteamérica, hizo, promovió una unidad de pueblos, nació sobre la unidad del mundo de los indios y del mundo europeo a pesar del aprovechamiento y de la violencia que siempre existieron en el mundo y siempre existieron también aquí.  Ubicó en el origen de América Latina el intento de unidad de pueblos contra los enormes aprovechamientos que existían, contra las violencias, contra el hombre, todas cosas que existían en gran dimensión incluso antes del descubrimiento de América y también contra las prepotencias que existieron luego pero, dice nuestro amigo peruano, esta tierra nació como intento de unidad, de una libertad, lo que decía la Virgen de Guadalupe en su mensaje, remotivando a la historia, una unidad de pueblo, un nuevo pueblo, una libertad de unidades diversas, tanto más preciosa ahora cuando parece que los grandes conflictos tengan que ser resueltos, cómo decirlo, libanizando el mundo, dividiendo las culturas, llegando a la incomunicabilidad de las religiones y de las tradiciones, llegando a instaurar el caos en el mundo, a dividir el mundo.

      Es una hipótesis diversa el intentar una unidad de culturas que va mucho más allá del multiculturalismo, porque si el multiculturalismo es simplemente tener en cuenta lo distinto separándolo, la idea de una cultura que nace de las diferencias, que se ve en América Latina en las caras de la gente, que es blanca, india, mestiza, negra, que es mulata, de las caras mismas de un pueblo que es esta unidad, esta unidad es mucho más que el multiculturalismo o la división o la oposición.  Entonces él dice, es como si se abandonase esta idea, como si se abandonase haciendo una lectura ideológica de la historia, una lectura de la historia tomada de un mundo masón, de un mundo que culturalmente quiere releer de una manera equivocada lo sucedido.  Cómo renunciar a este intento de unidad que fue y que quería ser América Latina?

       Entonces el abandono, justo aquí en nombre de la ideología, del deseo del hombre nuevo que estaba también en el origen de la misma teología de la liberación y de muchos intentos.  El abandono de la idea de un hombre nuevo, de un hombre nuevo que naciera y que floreciera de las diversidades, un hombre nuevo que no abandonase la religión, el pueblo, pero que fuera este resultado de una cocción de pueblos que renacían.  Él dice, es como si se abandonase esta idea.  Y si en América Latina se abandona esta idea del hombre nuevo que nace de la unidad de pueblos, no existe más nada, no existe ni siquiera la tradición cristiana europea, también abandonada, no existe la fuerza económica incluso construida sobre tantas violencias, como es el caso de Norteamérica, no hay nada.  Existe una copia mal hecha de otras partes del mundo, no existe ni siquiera el ímpetu antipersonal, existente muchas veces en Asia.  No se sabe ya qué es América Latina porque no puede existir sobre ensayos ideológicos que son viejos, que son borradores mal hechos de cosas que el resto del mundo abandonó.

      Me parece que esta lectura es la lectura justa.  Estamos en un contexto de gran confusión en el cual si la Iglesia sigue  el espiritualismo o la ideología,  es vieja también ella.  Si la política sigue el estatalismo es súper vieja y bloquea también la fuerza económica, el progreso, la posibilidad de usar recursos que un continente como éste tiene.  Este es el contexto de confusión en el que nos encontramos.  Confusión como retorno a las ideologías, como abandono de aquella promesa hecha por la misma Virgen de Guadalupe y que frente al ensayo masón de muchos nacionalismos, incluso ahora de izquierda, subyace como unidad del pueblo latinoamericano.

    ¿Qué oponemos nosotros?  Segundo paso de esta confusión, de esta confusión de ensayos, se podría decir nacionalistas, en ciertos casos incluso de personajes que representan la locura, que hacen correr el riesgo de llevar a América Latina a los resultados a los que llegaron los nacionalistas modernos de izquierda, algunas décadas atrás en Asia o en Europa Oriental. 

     ¿Qué oponemos, qué quiere decir Compañía de las Obras, intento desde abajo, etc, etc.?  Teniendo la percepción que no es este el camino, incluso si en muchos casos, por proyectos asquerosamente mezquinos, estos intentos nacionalistas son, en Europa o también en Norteamérica, abrazados por cierta prensa y cierta política como novedad, ciertos dictadores violentos están afirmados como una alternativa al imperialismo, pero por lo demás en Europa hoy se habla de alternativa al imperialismo incluso frente a cierto terrorismo islámico o a ciertos estados.  ¿Qué es lo que se opone a esto que justamente nosotros entendemos no es la respuesta, nosotros que no nos hemos jamás casado con el imperialismo económico pero no nos casamos tampoco jamás con esta reducción política, con este nacionalismo y con este estatalismo?

 

 2°)  Se tiene la conciencia, dicen muchos, que estas Obras son algo distinto.  Lo decía antes Bolívar, que estas experiencias de obras son un punto en el cual, lo decía antes en muchos momentos, en Bahía, en las favelas, en tantos intentos empresariales, en ciertas obras de caridad, son una novedad, un punto en el cual de alguna manera no se espera al estado como gestor de la obra, no se espera  el gran proyecto político, no se espera en otro que resuelva de manera asistencialista nuestros problemas.

       Se siente como un punto en el cual hay una pasión por la vida, dicen los venezolanos, en el cual se responde a las necesidades directamente, dicen los argentinos, en el cual se valoriza todo y a todos, cualquiera sea el origen de su presencia, ya sea una presencia cristiana, proveniente de CL, ya sea una presencia del hombre común, por ejemplo se subraya el inicio de la colecta del banco alimentario como una novedad.  Se percibe que hay algo de nuevo en estos ensayos, ensayos nacidos desde hace poco o intentos encontrados, grandes intentos como el del padre Picao en Brasil, o de Zerbini en San Pablo, u otros intentos.  Se entiende que, nos dice siempre nuestro amigo De Rios, que hacer obras quiere decir amar al hombre, moverse por lo humano, partir de una experiencia de bien (me viene incluso a la mente la gran obra del padre Pantaleo), esto se entiende y es por esto que se hacen estas obras.  Son intentos en marcha, ahí donde uno está, en las escuelas, pienso en todas las escuelas de San Bernardo y en tantos otros lugares, se entiende que esto es algo bueno. 

     ¿Cuál es el paso de experiencia que falta, si se tiene el juicio que en el punto donde se está, en esta gran confusión, esto corresponde al deseo que se tiene?  Se entiende hoy que es una cosa buena y por esto no nos interesa nada de todo el resto, pero ¿cuál es el paso de experiencia? 

       Tercer punto sobre el cual quiero detenerme.  Y me quiero detener diciendo cuál es la carencia que, al menos a partir de los aportes, yo veo.

       Es como si entre el primer punto y el segundo no existiera nexo.

  Como si frente a esta confusión de América Latina, quien habla, quien está comprometido en obras, quien está construyendo algo, lo hiciera, pero a la pregunta sobre ¿qué tiene que ver lo que hace respecto a este gran movimiento?, no hay respuesta.

        Como si fueran dos mundos paralelos, como si fuera el mundo de los grandes proyectos políticos de los que hablan los diarios, de las grandes elecciones, y el mundo de las escuelas, también de las universidades, pienso en el caso de Perú.  Pero como dos mundos paralelos.  Esta es quizás la debilidad, y por ende la pregunta para hacerse es:

         ¿Cuál es el nexo entre lo que se está haciendo, positivo, importante, que realiza una respuesta, lo decía ya Bolívar, pero casi perdido frente al todo y por ende incapaz de ser todavía un juicio cultural donde cultura significa el nexo con todo, conciencia, crítica y sistemática dice Giussani, de una experiencia en marcha, es decir crítica, que entiende partiendo de un punto lo que vale para todo, sistemática, que pone en orden los factores?

       Si uno preguntase qué tiene que ver lo que hacés con los grandes dictadores, qué tiene que ver con la política, correría el riesgo de quedarse casi perdidos, silenciosos, diciendo, bueno, "esto es bello".

      En cambio, para que lo que se está haciendo tenga una respuesta, es necesario que sea una respuesta a todo, es necesario tener la conciencia de cómo responde ya a todo, de cómo lo que se está haciendo, quizás en puntos perdidos del continente, incluso cuando ni siquiera aparece en los diarios, incluso cuando no está subrayado por los políticos, es algo que vale no porque será grande, no porque será ejemplar, no porque se transformará en proyecto político, sino que ya ahora tiene grandes dimensiones.  La pregunta, y según mi opinión el punto crucial, es preguntarse cuál es el nexo entre las dos cosas, porque sino, a pesar de tener una conciencia sobre lo bello que se tiene se corre el riesgo de quedar confinados.

       Se corre el riesgo de hablar de las cosas e incluso nosotros teniendo adentro la idea de que son bellas pero son pequeñas, son insignificantes, marginales, son importantes espiritualmente pero como juicio sobre la historia y sobre la vida no importan.

       Como si se jugase otro campeonato, inferior, porque no se tienen las dimensiones, la fuerza, la cantidad.  Y en cierto modo entonces se termina corriendo el mismo riesgo que tanta gente comprometida en la teología de la liberación.  Que habiendo, como nosotros, dado todo en muchos puntos perdidos del mundo, de América Latina, en un determinado momento, se perdió viendo que su intento no aparejaba liberación, que las estructuras de injusticia existían aún, que el mundo nuevo no llegaba, que incluso una vida consumada en una favela no significaba la redención de un continente.  Que, como lo decían entonces, el sujeto revolucionario no nacía.  Corremos el riesgo de tener el mismo peligro, y nosotros no nos casamos con los dictadores que dicen responder a esta posición, pero por esto estamos quizás todavía más perdidos.

 

3°) El tercer punto, la experiencia, ¿qué requiere la experiencia en marcha? es el punto crucial.

       Es el nexo entre lo que acontece (que no describo extensamente también porque será el tema de estos días) y el todo.

       Y aquí es necesario hablar de nuestro origen.  Aquí, en este tercer punto positivo, es necesario decir que somos cristianos.  Es necesario profundizar el significado de hacer obras para todos pero partiendo del hecho cristiano.

       Y es necesario ir al origen de lo que hacemos que está aquel encuentro con el hecho cristiano que viene del carisma de don Giussani.  Es necesario preguntarse qué quiere decir que los cristianos hagan obras.  Es necesario preguntarse cómo don Giussani nos enseñó a hacer obras siendo cristianos.  Cómo nos enseñó a percibir el nexo con el todo de un oscuro intento, en algún punto del mundo, incluso en los puntos más perdidos.  Porque, y aquí comienzo este tercer punto, el anuncio cristiano da inmediatamente la certeza de la victoria.  Inmediatamente tiene la pretensión de encontrar en lo que se hace, al Dios que se hizo hombre y que vive en un pueblo.

        Tiene la pretensión de ser definitivo, de ser un mundo nuevo, tanto es así que don Carrón siempre cita a San Pablo cuando les dice a las primeras comunidades perdidas, a las de Corinto, en un mundo aún pagano, en el que los cristianos eran pocos centenares.  Les dice: no les falta nada para anunciar la salvación.

         La pretensión cristiana no es la de la teología de la liberación por la cual es necesario que crezca el sujeto revolucionario y entonces Cristo vencerá.  No es siquiera de otro mundo, espiritual, contrapuesto al material.  Es la pretensión que implica que, viviendo en un punto perdido (diez, quince, tres personas) una respuesta a la necesidad, se es ya respuesta a todo.

       ¿Por que?  ¿Por qué esta pretensión?  ¿Por qué esta conciencia?  ¿Por qué la pretensión de que el encuentro con Cristo, vivido como inicio, como método de la respuesta a la necesidad, ya permita esta percepción de victoria?.

      ¿Qué implica, y aquí citaré lo que dice Giussani, esta novedad?  La pretensión absoluta, la categoría es la liberación repentina, hay una liberación que no espera la política, no espera el cambio de las estructuras, es inmediata.  La obra cristiana permite una liberación inmediata.  No espera que la política cambie las estructuras y luego traiga de a poco un cambio del mundo.  Pero en el momento en el que se planta frente a la necesidad ya permite a quien obra y a quien encuentra, incluso si es pobre, una experiencia de liberación.

      ¿Por qué?  Porque, dice Giussani, el problema fundamental del hombre, la definición del hombre, es ser deseo de verdad, de justicia, de belleza.  El hombre, como su naturaleza, es este deseo, es esta pregunta por el significado.  Es este deseo al bien.  Pero si yo inicio una acción descuidando esto, puedo construir el mundo más justo que pueda pensar construir con las estructuras políticas, pero estas estructuras serán, antes o después, opresivas.

      En cambio debo construir ante todo un lugar donde el primer punto sea esta mirada.  Sea esta atención al deseo.  Sean estas ganas de mirar estas exigencias.  Dice don Giussani en el libro "El yo, el poder, las obras" en el que describe este modo de obrar.  El deseo es como la chispa con la que se enciende el motor.  Todos los movimientos humanos nacen de este fenómeno, de este dinamismo constitutivo del hombre.  El deseo enciende el motor del hombre, entonces se pone a buscar el pan y el agua, se pone a buscar el trabajo, a buscar la mujer, se pone a buscar un sillón más cómodo, una morada más decente.  Piensa en por qué es que algunos tienen y otros no tienen, piensa en por qué ciertas personas son tratadas de determinada manera y él no, justamente en virtud del engrandecimiento, de la dilatación, de la maduración de estos estímulos que lleva dentro y que la Biblia llama globalmente corazón.  Y yo llamaré también razón.  Y en otro punto dice, hablando del sentido religioso: es el elemento dinámico que a través de las preguntas fundamentales guía la expresión personal y social del hombre, el factor fundamental en el que se expresan en el hombre, a través de preguntas, inquietudes personales y sociales.

      Un hombre cristiano en primer lugar mira a la otra persona, y la mira así, se hace su amigo, y hace lo posible para estar frente a él.  Lo que hay en la obra de los Zerbini, del padre Picao, lo que hay en la obra de padre Pantaleo y lo que hay en tantas obras cristianas que nacieron como las Misiones Jesuíticas, en el inicio, la predicación cristiana es ante todo una amistad, una compañía, en la cual no espero que cambien las políticas sobre las favelas pero me pongo con vos a compartir esta necesidad, y vos no estás solo y por ende yo te anuncio que con vos está Jesús.  Que Dios se hizo hombre y que vive con vos.  Te mira de verdad.  Te anuncio que tu vida es una esperanza, que así como estás, podés esperar.  Ante todo te anuncio la fe, es decir te digo que Cristo habita con vos, que Dios que se hizo Hombre está con vos y te quiere mucho.  Y yo con Él te quiero bien y me transformo en amigo tuyo y vivo esta amistad cristiana que desde el inicio se llamó comunidad cristiana, que no es funcional a ninguna otra cosa, no es funcional a la política.  Yo no puedo transformar como en ciertos puntos de América Latina las comunidades cristianas en secciones de un "partido del trabajo".

      Pero la vivo como comunidad en las cuales el sacramento y la amistad son la primera dimensión.  El anuncio de Dios que se hizo hombre es la primera cuestión, no reducible a nada, cuestión en la que se ve una diversidad en marcha del hombre que existió y que existe.  La misma amistad que desde la Virgen de Guadalupe fue en adelante, el inicio de este pueblo.  De hecho la primera dimensión social de esto es la caridad, yo hago todo con vos, en la condición en la que estoy.  Hago lo posible con vos, si te falta el pan trato de dártelo y trato de de estar con vos todos los días.  Trato de ayudarte a educar a tus hijos, me pongo con vos en tu realidad.  De hecho dejo de ocupar las casas, como dice Zerbini, y comienzo a juntar plata para vivir mejor.  Me hago cargo del pobre así como es, pero lo hago porque vos sos válido, porque vos no sos un número como lo sos en cualquier proyecto liberal y en cualquier proyecto socialista.

       Vos vales ahora y yo te abrazo ahora, sos mi hermano, estoy con vos, sos parte de este pueblo y tu destino valdrá siempre.  Y para hacértelo ver me pongo a tu lado, vivo con vos, no te hago un discurso político para luego ir a vivir como socialista al country de los potentes, o bien para decirte que vos serás sacrificado en pos del cambio del mundo.  Comienzo a vivir con vos la dimensión de la comunidad cristiana y vos podés percibir esta diversidad porque el anuncio de una excepcionalidad, de una diversidad humana posible, de una experiencia humana que puede cambiar, lo ves vos.

       El inicio de este cambio es la comunidad cristiana como lugar del cambio normal, en el que el sentido religioso, este deseo de verdad, justicia, belleza, encuentra una respuesta.  Es necesario leer los libros de Giussani.  Cuando él habla de las dimensiones de la Iglesia, una, santa, católica, apostólica, habla de las respuesta al deseo del hombre.  Estas cuatro dimensiones son una manera de decir que el deseo de verdad, justicia, belleza, que tiene en el corazón, en la comunidad cristiana, comienza a ser practicado.  Una universalidad, un tener en cuenta todos los aspectos de lo real, un subrayar lo positivo que nace, una amistad verdadera, un valor único irrepetible de la persona, como decía Juan Pablo II.  Inmediatamente hay una vida nueva, en marcha.  Y yo puedo decir, mirando a la cara al marxismo, que yo no soy más enajenado aún siendo pobre.

       La enajenación no me pertenece como jamás perteneció al pueblo cristiano en cualquier momento de la vida, vida de veinte siglos.  Quien vivió el cristianismo vivió libre.  Tanto como esclavo en Norteamérica, esclavos que generaron los spirituals.

       Fue más libre que su patrón.  Hizo una experiencia de liberación inmediata.  Esta es la primera cuestión, la comunidad cristiana propone una liberación en marcha que antes que social es humana, es metafísica, es del hombre y tiene registración social en la caridad vivida, tiene registración en el hecho de que el error, la culpa que existe en el pobre y en el rico, es juzgada y perdonada. 

        Es juzgada, el error existe.

       Recuerdo cuando fui a Manaos con el padre Cenci, hoy en Roma, y con Giuliano Frigeni, hoy obispo de Amazonas, y que visitaba a las familias y no perdonaba el hecho de que un pobre fuera infiel a la esposa, no cuidase a sus hijos o no trabajase.  Juzgaba este hecho.  Le decía que estaba equivocado, no le hacía un descuento porque era pobre.  Decía lo que era justo y enseguida le proponía una experiencia posible de cambio.  El deseo era educado, es educado ante todo porque se dice lo justo y segundo porque te propongo la experiencia de una presencia ante una vida excepcional, distinta.  Y tercero porque incluso la negación del deseo, el error, es juzgado y perdonado, te da otra chance.  Todas cosas que comúnmente no existen.  Y cuarto porque la amistad es posible entre ricos y pobres, entre europeo e indio, entre hombre y mujer.  Tan cierto es que lo que comúnmente es imposible, una familia que dure, una educación que saque a los hijos de la violencia, todo esto es una experiencia en marcha.  Deben describirla ustedes durante estos días.  Nuestras obras sin una comunidad cristiana atrás, no tienen ningún sentido.  Pero la comunidad cristiana es la experiencia para el rico y para el pobre de un nuevo pueblo en marcha.  Olvidarse de esto, como continente y como Iglesia es suicidarse.  Esta comunidad cristiana, por ende, como experiencia de liberación del yo, tiene como primer resultado la caridad, el abrazo conmovido de la necesidad del otro.  Y como segundo paso el descubrimiento del trabajo.  Aunque sea un pobre trabajo.  Un trabajo explotador en virtud de una estructura de injusticia, pero al mismo tiempo un trabajo que te permite ser libre.  Porque la experiencia cristiana, dos mil años atrás, hizo del trabajo manual, del trabajo de cualquiera, una experiencia de libertad justamente porque yo puedo con este trabajo tratar de hacer la vida de mi familia más digna, pero inmediatamente pasa a ser el nexo profundo entre yo y quien creó todo, y ofrecerlo por el bien del mundo.

         El Ángelus, la famosa escena del Ángelus, dicho por los pobres de todas las épocas, desde el Medioevo en adelante, como el nexo profundo entre lo que uno hace y el infinito.  Como del famoso pensamiento que leíamos treinta años atrás, el del campesino ruso que recitaba el Ángelus, que rezaba, que rezaba! era el nexo profundo con todo, su gesto era libre.  La comunidad cristiana, la caridad y el trabajo, desde el vamos es digno.  Explíquenme por qué si habían nacido protestantes hicieron los spirituals.  ¿Por qué esta experiencia de libertad absoluta en un trabajo de esclavos?.           Nosotros esto lo decimos como resultado de muchas experiencias.  El trabajo es redentor incluso si el patrón me roba el salario.  Y del trabajo entonces las obras.  Lugares en los cuales uno no solo rescata la experiencia personal de amistad, de caridad, de transformación de la realidad en el trabajo, sino que crea formas de vida nuevas.  Como nos dijo el Papa en Rímini en el ´82.

Los lugares en los que esta diversidad comienza a manifestarse incluso socialmente.  Las Misiones Jesuíticas en las cuales no existió solamente una espiritualidad, si bien confrontada con la experiencia del yo, sino también una forma que es diversa, por la cual quien está oprimido comienza a tener libertad.  Una favela reconstruida, una pequeña-mediana empresa afirmada como valor, a mitad camino entran las multinacionales y el estado, una escuela donde yo aprendo y donde comienzo a hacer experiencia de esta educación que también desde el punto de vista de la teoría económica es el factor de la libertad.

        La obra, definida por Giussani como una respuesta orgánica a la necesidad, donde la respuesta a la necesidad del trabajo asume una forma nueva.  Es lo que deberemos describir estos días.  La obra en la que esta experiencia de pueblo, esta compañía de la comunidad cristiana, se transforma en un "hacer con", se transforma en una hipótesis positiva del "hacer con".  Todas estas obras que describimos y muchas otras que queremos testimoniar nacieron de visionarios, de gente que comenzó a meter sus manos, a no tener asco, mientras otros se lamentaban y hablaban de otras cosas.  Se puede engañar a una nación durante algunas décadas con los derivados del petróleo y el dinero que entra del petróleo diciendo que esto es una liberación, pero antes o después el habitual desengaño llega.

         Pero una obra implica una liberación que quien la lleva a cabo: la experimenta.  Durante estos veinte años en América Latina escuché muchos testimonios de gente de las favelas contando la experiencia de liberación que significaba estar involucrados en obras.  Y a partir de la obra el compromiso por la justicia social.  No contentarse, no dejar de decir que es necesaria la justicia social.  Pero partiendo de intentos, diciendo que justicia social nace ante todo del dilatarse de estos intentos.  En qué se equivocaron los potentes de entonces?  Cometieron el error de matar las reducciones o Misiones Jesuíticas.  Se equivocaron en no hacer de las reducciones un intento que se transformara en modelo general.  Pero luego de tres siglos decimos todavía que el problema de América Latina es dilatar estas obras. Tan cierto es esto que con mucha tranquilidad de todos, quisiera que si alguien lo cree, fuera desmentido, la formación profesional también aquí la generaron los salesianos.

        Como en todo el mundo la formación profesional moderna es la dilatación de experiencias en marcha.  Vemos intentos en marcha, como el de don Bosco, que comenzó en Turín.  La justicia social como la dilatación de estos intentos de pueblo.  Pueden también no nacer de los católicos.  Aquí nosotros nos entendemos hermanos, de los ensayos socialistas, liberales, de cualquier tipo, pero la dilatación de las experiencias existentes es un estado que incluso aquí en América Latina debe valorizar lo que está en marcha.

      Entonces hoy debemos comprender que lo que estamos haciendo, es ya desde ahora una liberación en marcha, que como método mira todo porque nace de comunidades cristianas que inmediatamente proponen una liberación al yo.  Que hacen descubrir a este yo la amistad, los lugares humanos que le hacer experimentar la caridad, que le permiten la experiencia del trabajo, que hacen nacer obras, que a partir de estas obras se tiene una idea de justicia social y de relación con la política que no es el liberalismo imperialista y no son tampoco las dictaduras enmascaradas por fachadas religiosas.  Y yo digo, por qué América Latina no se desarrolló como Norteamérica?  Respondo así, citando la historia.  Porque no se creyó en el catolicismo.  Porque se lo abandonó.  Porque no se creyó que esa liberación del yo fuera algo válido a nivel global.  Porque se redujo el catolicismo.  Porque la espiritualidad que vivimos hoy o la tentación política, además de ser masacrada, digámoslo, por proyectos masónicos que se transformaron en estados, no fueron creídas por ellos mismos porque la profunda crisis histórica del catolicismo se transformó en crisis social, se transformó en crisis dualista en quien vivía la Iglesia separada de experiencia de obras y por ende este intento no fue un intento capaz de dilatar la experiencia de liberación existente que hay en el catolicismo.

       Es necesario releer la historia de otro modo, sobre todo los católicos deben dejar de ser los idiotas seguidores del marxismo.

        Si tienen que hacer una revisión histórica que no la hagan leyendo el 1492 de modo antihistórico, pero léanla en la crisis profunda de una Iglesia que no supo llevar hasta el fondo la liberación del yo.  Esta es la autocrítica que se debe hacer.  El no haber sido lo suficientemente católicos es lo que llevó a la incapacidad de llevar adelante un continente.  Entonces este es nuestro modo de mirar nuestra pequeña experiencia de obras, un pequeño ejemplo de la experiencia de liberación pero ya completo.  Y entonces pedir a los demás, a cada uno, que hagan lo mismo.

4°) Resumamos:

                         Primero, la confusión de la América Latina.

                      Segundo, una experiencia positiva que nosotros vivimos pero como aislados del contexto, sin nexo.

                      Tercero, el paso de experiencia que tenemos hacer, una liberación ya operante que es el juicio sobre todo, que es el juicio sobre todo porque los cristianos de los primeros siglos no tenían el problema de que el imperio romano no fuera liberado, miraban todo como algo ya en marcha.  También nosotros decimos lo mismo conscientes de que en el proyecto de Dios también esto sea todo, pero concientes de que si hay una crítica para hacer a nuestro catolicismo es la de no creer en Él lo suficiente en él y de cambiar de método cuando hablamos de política y de sociedad casi asustados de las grandezas que aparecen.

          En cambio la primer tarea de la Iglesia, incluso siguiendo al Papa, porque si se lee la "Deus Caritas Es"t se verá que se dicen estas cosas, se dice lo que figurará en la campaña del AVSI de este año, que ninguna sociedad justa dejará afuera la caridad y que el método de la subsidiaridad.

No digamos aquí subsidiariedad que no quiere decir nada, sino de este partir de abajo, de la valorización de estas obras, es ése el método de liberación del mundo.  Nosotros debemos repetir esto incluso cuando esto parecería estar afuera de la historia.  Si lo vivimos debemos repetirlo.

Entonces cuarto punto, ¿cuál es nuestra tarea?  ¿Cuál es nuestra tarea en las obras que hacemos?  Nuestra tarea ante todo es una tarea educativa y metodológica.  Vale decir, nosotros no nos debemos cansar, primer paso de este cuarto punto, de educar nuestra libertad, nuestra inteligencia, nuestra razón a esta integralidad de condiciones.  La tarea de nuestras obras es que cada uno de nosotros haga este recorrido y que la gente que está a nuestro alrededor haga este recorrido.

          ¿Porque si lo hace, qué sucede?  Será gente que vivirá libre.  Será gente en una favela, pero libre.  Será gente que no tendrá grandes cuentas en los bancos pero que será más libre que quien, incluso en Norteamérica, tiene una gran carrera, pero que a los cuarenta años está desesperado.  Hasta en el mundo grecolatino existía como mito el mito de la felicidad.  Incluso del pobre.  En el mundo latino era típico este extraño mito de la familia pobrísima pero feliz, era un mito, era la percepción de que la felicidad no consiste ante todo en tener plata.  Para nosotros, la primera tarea de nuestras obras es que quien se sienta tocado, haga esta experiencia de educación a la libertad, al juicio, a la verdad, a la percepción de la posibilidad de una existencia digna incluso cuando se es pobre.  La primera tarea de nuestras obras es educativa, en las condiciones en las que estás y podés vivir.  La primera tarea es esta.  Porque si hacemos obras en las que incluso damos muchas cosas a la gente, pero de modo asistencialista, esta gente no será libre.  Si incluso nos transformamos en grandes empresarios en América Latina pero no percibimos esta libertad en marcha, haremos plata a diferencia de los otros, en  un mundo desigual, pero no seremos libres, ni nosotros ni quienes nos rodean.  La primera tarea es la educación hacia esta libertad.  Por ende nuestras obras están íntimamente ligadas a la experiencia de comunidad cristiana, de movimientos, como CL y otros que se viven.  Se debería mostrar cómo también en la estructura de respuesta se vive esta liberación.  Qué diferencia hay entre una obra respecto a un movimiento o una comunidad cristiana?  Que esta educación a la libertad lo hace "forma nueva y diversa".  Esto es lo que pienso que durante estos días debemos hacer, tenemos que documentar cómo esta liberación como experiencia se hace en forma nueva.  Por esta razón quisimos que hayan muchos momentos comunes durante estos días.  Para que se mostrara metodológicamente cómo en la caridad, en la educación, en la en la empresa, se pueden hacer formas nuevas.  Lo tenemos que documentar para todos, luego se puede trabajar en pequeños grupos y todos pueden mostrarlo.  Empecemos mostrando cómo la metodología es educación a todo, tenemos que capturar como una escuela puede ser educación a la libertad.  Como lo puede ser una obra de un organismo no gubernamental, como lo puede ser un empresario, una obra de caridad, tenemos que documentarlo, capturarlo, mirarlo, verlo, porque desgraciadamente uno puede llegar a comprometerse por los pobres y ser más violento que si se hace algo para los ricos.  Me apena.  Uno puede comprometerse por los pobres y ser violento.  Uno puede decir que construye un mundo justo y ser más violento, esto se llama Vietnam, se llama Camboya, se llama Europa del Este, son muchos dictadores de países del tercer mundo.  Se pueden también llamar así proyectos dictatoriales de derecha que quieren arrastrar al pueblo.  Entonces se trata de entender por qué nuestras obras son experiencias de liberación, de educación, en qué cosas la experiencia de comunidad cristiana, que es ya liberación, se transforma en un intento de forma nueva.  Nuestra primera tarea es intentar esta educación y mostrarla.  Y por qué digo, hablando de educación, que debemos mostrarla?  Porque antes de que sea incluso una idea esta educación, nosotros la documentamos.  De hecho, siempre en este cuarto punto, decir que nosotros educamos ante todo y por ende queremos educar con formas de vida nueva y queremos mostrarla como algo más que una idea, que un proyecto, es seguir a quién es capaz de esto.  Nosotros no decimos cómo es que en las obras se construye la forma de vida nueva, teoría de vida nueva en una obra de caridad.  Ante todo queremos escuchar la descripción de padre Picao, de los Zerbini, de padre Pantaleo, de Bolívar que lleva a cabo obras educativas.  De hecho muchos de vuestros aportes hablan de que el desarrollo de la Compañía de las Obras es un desarrollo de encuentros.  Nosotros queremos documentar los encuentros para hacer que nuestras obras sean ante todo obras en las que se educa a la libertad construyendo formas nuevas.  Queremos describir los encuentros nacidos.  Queremos hacer hablar a quien ha sido capaz de hacer esto.  Para que sean intentos de educación incluso bajo la forma de vida nueva ante todo los contamos.  Porque nosotros nos encontramos con quién es capaz de educar, no decimos cómo se educa.  Las Misiones fueron intentos en marcha, los hospitales, las universidades, en el Medioevo europeo, los bancos mismos, las obras científicas, los cambios agrícolas, no tuvieron en sus inicios un ideólogo pero nacieron en los monasterios, en las ciudades, nacieron de las personas, primero es necesario ver cómo estas personas los hicieron y luego construiremos la teoría.  Por ende queremos contar esto.  Por ende para educar partimos de los intentos existentes.  Educativos.

       Segundo paso queremos servir a estos intentos.  Tan así es que la primer tarea de una Compañía de las Obras es decir, hay un Zerbini, bien, vamos detrás de él, diez, hay un Pantaleo, nos enfilamos detrás de él otros diez, los nuevos monasterios son estas obras, en la enormidad de América Latina comenzamos desde estos lugares.  Nos ubicamos alrededor de la universidad nacida en Lima.  Nuestros monasterios medievales, donde nació el cambio incluso social, son estos intentos existentes.  Para querer educar partamos de los intentos existentes y pongámonos a disposición de ellos.  Queremos aprender en lugar de enseñar.  De allí aprenderemos cómo esta educación es forma de vida nueva.  Porque si construimos nexos teóricos que no parten de los puntos en los que hay una novedad en marcha, si no nos ponemos a servir, seremos teóricos.  Y no solamente miremos los ensayos existentes, pero a medida que encontremos a alguien digamos, ahora contás vos y nos ponemos a servirte a vos que hacés, continuamente, esperamos encontrar muchos padre Pantaleo, muchos padre Picao, muchos Bolívar, muchos Belo Horizonte, muchos Salvador de Bahía.  La primera manera de hacer nexo es decir mirá que allí hay algo nuevo, andá allí a servir.  La primera cosa que decimos es vayamos detrás de esto. Y si uno viene de Europa queriendo que arranque Team Service, le diremos andá a trabajar allí.  Y si encontramos al empresario acá diremos, nos podés ayudar?  Nos podemos poner detrás tuyo?  Es un proceso en el que nosotros no inventamos a quien educa como forma de vida nueva, nosotros lo miramos, lo encontramos y lo señalamos y luego nos ponemos a disposición.

         Nuestra red de la Compañía de las Obras no es una red, como sucede ciertas veces, una red de puntos teóricos que no vinculan nada.  Ciertas estructuras europeas llegan aquí y hacen sus bases, sus antenas que conectan las antenas mismas porque no hay televisiones detrás.  Son antenas que sirven para dar trabajo a algún funcionario europeo que no tiene trabajo en Italia y que busca alguna financiación.

         Nuestras antenas parten de algo que existe, sirven para algo que existe y señalan algo que nace.  Sólo entonces, luego de hacer visto algo que existe, de haber servido algo que existe, de haber encontrado algo nuevo que nace y de haber señalado algo que nace quizás podremos rehacerlo imitando.  Entonces entiendan que, preparando este encuentro, alguien me decía: la primera cosa que según mi parecer advertí como necesaria, es una newsletter, es algo que señale continuamente lo nuevo y que incite a que cada uno señale lo nuevo que nace de modo tal que si, metafóricamente, estuviera todo el pueblo latinoamericano perdido, nosotros le podríamos decir: andá aquí, andá allá, andá allá.

        Como pudo renacer la vida en el medioevo aquí también en América Latina, luego de la Virgen de Guadalupe, la vida volvió a nacer desde los lugares de vida, quizás de orden religiosos, entorno a los cuales se formó una red.  Nosotros señalamos, ante todo encolumnarse detrás de estas personas, o si son ustedes capaces de hace nacer algo señalen ustedes lo que hay.  Entonces entiendan que el paso importante de ahora es, tercer punto, rehacer el recorrido personalmente y rehacerlo siguiendo a los maestros que existen, también de las obras.  Los maestros que existen en las obras son los que las hicieron.  Son los que las pueden describir.  Son aquellos detrás de los cuales nos debemos poner en acción.  Son aquellos que debemos señalar.  Podrían ser también los políticos, hay también políticos, son los políticos que hacen esto, que siguen este método, que humildemente se hacen portadores de cosas en marcha, quizás las transforman en leyes.

Entonces concluyo mi intervención abriendo no cerrando porque entenderán que lo que dije no tiene nada de teórico.  Lo que dije, que señala la crisis de América Latina, que señala nuestra conciencia de novedad pero también el límite, sugiere un método a recorrer personalmente y un modo de vivir este método en las obras que es seguir los hechos que hay, servirlos, probarlos de nuevo, vincularlos como noticia, y, nota final, no es que destierro la idea de que se haga un trabajo teórico, de reflexión.  Yo, luego de haber hecho la Compañía de las Obras, ahora estoy trabajando en la Fundación para la Subsidiariedad e intento hacer esto.  Pero este intento existente, que evidentemente en América Latina debe ser muy diverso, puede existir sólo si está estrictamente relacionado con la experiencia.  Caso contrario caés en teorías ridículas, pensás en cambiar el mundo pero construís ideología. 

Entonces estos días deberán ser sesiones plenarias, experiencias compartidas y líneas de método como las que dije y otras, sea desde el punto de vista personal que de las formas nuevas de quien la hace.  En la asamblea de mañana a la tarde un intento de retomar sistemáticamente estas preguntas.  En los pequeños grupos una manera de aplicarlas en los diversos casos.  En la asamblea final, el informe final de Vignali será un subrayar donde hay una relación, y armar vínculos, una red de hombres como quiere ser nuestro intento.  Que sea grande o pequeño no depende de nosotros.  El problema es sentirlo inmediatamente vencedor.

 

Santiago de Chile, Meeting de CdeO, 2006